Si hay algo por lo cual puede destacar esta salida es porque no puede ser más plana: 16 metros de desnivel de subida en más de 24 kilómetros. También destaca porque llega hasta unas elegantes calles d’Empuriabrava adornadas con sus canales, muy visuales; porque alcanza la desembocadura del río Muga, también muy agradable a la vista, para luego discurrir a su vera; y porque entra en Castelló d’Empúries para llegar hasta la iglesia de Santa Maria de Castelló, con una fachada excelente. El recorrido aprovecha un carril bici y atraviesa alguna calle con poco tráfico y vuelve más o menos por el mismo sitio, aunque ahorrándose el tramo del Muga. Afortunadamente las torres más altas d’Empuriabrava, que arruinan tanto la línea de cielo como un gran parte del paisaje de esta zona de l’Empordà, casi no se ven a lo largo del trayecto. Si el arquitecto que las diseñó quiso castigar ópticamente este sector, hay que felicitarlo porque lo logró sobradamente. Bromas aparte, se trata de un buen paseo de bicicleta, aunque también puede hacerse andando, por supuesto. Merece la pena hacerla. La próxima vez que volvamos, para enriquecer la excursión, trataremos de entrar en la parte sur de los Aiguamolls, al otro lado de la Muga.
Figueres, Roses, Santa Margarida, Muga