
La zona por la que discurre esta excursión está situada al norte de la Garrotxa, y en nada la tiene que envidiar en espectacularidad. Desde nuestro punto de vista, gran parte de su magia reside en que desde aquí vemos todos los perfiles montañosos que estamos acostumbrados a ver desde las montañas que rodean Olot, Castellfollit o Besalú, pero invertidos. El Comanegra, por ejemplo, se nos antoja más espectacular y abrupto, pero, tanto por los bosques como por el tipo de terreno, nos sentimos como en casa. Sin embargo, cuando llegamos al santuario y hostal del Coral y nos vemos obligados a utilizar la lengua francesa si queremos tomar una cerveza o un café, despertamos de nuestro sueño y nos damos cuenta que para llegar hasta allí ya hemos tenido cruzar un gran puerto pirenaico: el coll d’Ares. Si viramos la mirada al norte, frente a nosotros y sin que medie ningún otro obstáculo o barrera montañosa, observamos de forma directa el imponente macizo del Canigó, lugar crucial tanto para la historia de Catalunya como para su literatura, principalmente en la época romántica de la Renaixença. En general, la “espalda” del Comanegra es un sector que teníamos un poco descuidado, pero hemos de volver, ya que merece la pena ser visitado y explorado.
Por lo que hace a esta salida, no cabe esperar ningún obstáculo digno de mención, pero este hecho no la desmerece en nada, sino que nos permite andar de forma relajada y despreocupada y centrarnos en el paisaje y las vistas coronadas por la sublime visión del Mediterráneo que se deja ver entre las montañas y el flanco izquierdo y el áspero norte del Comanegra.




Molló, Prats de Molló, Coll d’Ares, Santuari Notre Dame du Coral